A mitad de
camino el coche emitió un sonido que no había escuchado nunca, algo parecido a
una espada láser acoplándose a una radio desintonizada -muy chungo-. La
velocidad fue aminorando hasta que el coche de Sara quedó parado en el arcén,
fue entonces cuando una de las señales de la gasolina combustible se encendió y
una voz femenina, concretamente la de Cher, advirtió desde los altavoces: Su vehículo ha sufrido un desajuste fatal.
Desajuste fatal. Por favor, póngase el chaleco. -un compartimento se abrió escupiéndole
un chaleco reflectante al a cara. Era agosto, Alicante, tres de la tarde. Relájese, por favor.
Salió del
vehículo con el chaleco sobre uno de sus hombros, el aire acondicionado del
coche la había protegido de los 38 grados del exterior, donde la esperaba el
asfalto humeante. Sacó su teléfono móvil:
- - Hola, Cher.
- - Dime, preciosa mía.
- - No voy a llegar a la
reunión de evaluación, por favor, clasifica a los alumnos según sus
calificaciones y suspende a los que se hayan quedado los cuatro últimos. A Juli le pones un 10.
- - De acuerdo, estoy
enviando al claustro tus calificaciones, la grúa viene en camino, ¿algo más?
- - Envía a la grúa una
petición de paquete Deliveroo de una limonada y una cajetilla de Marboro Air SuperFree.
- - Pedido aceptado,
estará aquí en menos de diez minutos. De retrasarse tendrás un masaje gratis
por parte del gruista.
Apagó el móvil
y miró al horizonte con una extraña sensación, añoranza de algo que había
existido hacía mucho tiempo. No sabía exactamente el qué. Believe sonaba de fondo.